A 100 años de la Reforma Universitaria

La Reforma Universitaria, que tuvo como epicentro la Universidad Nacional de Córdoba en el año 1918, comenzó a gestarse tiempo antes cuando los estudiantes iniciaron reclamos a las autoridades universitarias. Reclamaban la modificación del régimen electoral, el cogobierno universitario y la libertad de cátedras. Hasta entonces, en esa universidad, los cargos docentes eran vitalicios y estaban ocupados por figuras ligadas al catolicismo. Con el progresivo aumento de estudiantes procedentes de las clases medias, esa herencia monárquica y eclesiástica que expresaba el modo en que se conformaba la universidad se volvió insostenible. El reclamo apuntaba entonces a adaptar a la universidad a los tiempos, a la nueva conformación social, y a las nuevas perspectivas políticas y paradigmas epistemológicos.

En el marco de este proceso, el 15 de junio de 1918, el movimiento estudiantil evitó la elección del ultraconservador candidato a rector al convocar a Asamblea y llamar a huelga. La fotografía emblemática de la Reforma corresponde a ese día:

 

 

La Reforma Universitaria generó una nueva conciencia en los grupos estudiantiles que empezaron a pensarse en tanto actores políticos; “moldeó un nuevo y perdurable sujeto político colectivo: la juventud en tanto agente privilegiado del cambio social”; se reconocieron como estudiantes “en tanto actores del campo de la cultura y de la política con ideas y prácticas culturales características” (Bustelo:2017). El movimiento estudiantil se organizó, su impulso se extendió más allá de las fronteras nacionales y perdura en el tiempo hasta el presente. También perduran los principios reformistas, que reconfiguraron las características de las universidades nacionales, y muy particularmente de la Universidad Nacional de La Plata. Entre esos principios podemos mencionar la autonomía universitaria, la gratuidad de la enseñanza, el ingreso irrestricto, la democracia universitaria, el cogobierno universitario, el espíritu crítico, la libertad de cátedra, el acceso a los cargos docentes a través de concursos públicos de oposición y antecedentes, el bienestar social de los estudiantes, la extensión y la investigación universitaria, entre otros, tal como lo establece el Estatuto de la UNLP en su artículo primero:

 

La Universidad Nacional de La Plata, como institución educacional de estudios superiores, con la misión específica de crear, preservar y transmitir la cultura universal, reconoce la libertad de enseñar, aprender e investigar y promueve la formación plena de la persona como sujeto y destinatario de la cultura. Todo ello inspirado en los principios reformistas y sobre la base de una universidad nacional, pública, gratuita, abierta, laica, autónoma y democráticamente cogobernada, por los cuatro estamentos de la comunidad (docentes, estudiantes, graduados y no docentes). En tal sentido organiza e imparte la enseñanza científica, humanista, profesional, artística y técnica; contribuye a la coordinación de la educación inicial, primaria, secundaria y superior, para la unidad del proceso educativo; estimula las investigaciones, el conocimiento de las riquezas nacionales y los sistemas para utilizarlas y preservarlas y proyecta su acción y los servicios de extensión universitaria hacia todos los sectores populares. El marco democrático planteado para una universidad pública no debe permitir la pertenencia a su vida institucional, por coherencia y en reserva y beneficio de sus principios, de ninguna persona involucrada en violaciones a los derechos humanos y/o terrorismo de estado. 

 

No queremos pensar la Reforma como el relato de una aventura épica, cristalizada y confinada al pasado que sólo podemos añorar; sino en su potencia presente, en los modos en que nos define en tanto integrantes de una universidad pública, y en tanto actores políticos y agentes de cambio que asumimos la responsabilidad de construir una universidad al servicio de la sociedad.